martes, 16 de abril de 2013

LA HISTORIA DE LA SIGUANABA


Una leyenda salvadoreña que cuenta la aparición de una mujer con pelo largo y enredado que le cubre el rostro, de cuerpo delgado y uñas largas, con busto enorme que le cuelga hasta casi tocar el suelo, se aparece en los caminos, ríos y quebradas especialmente a hombres solteros y borrachos que se conducen a altas horas de la noche a pie o caballo.
Originalmente llamada Sihuehuet (Mujer hermosa), tenía un romance con el hijo del dios Tlaloc, el dios Lucero de la Mañana; del cual resultó embarazada; traicionando así al dios sol. Sihuehuet fue una mala madre, dejaba solo a su hijo para satisfacer a su amante. Cuando Tlaloc descubrió lo que estaba ocurriendo, maldijo a Sihuehuet llamándola Sihuanaba (Mujer Horrible). En adelante, sería hermosa a primera vista, pero cuando los hombres se le acercaran, ella se convertiría en una mujer horrenda.
Dicen que la Sihuanaba es vista por la noche en los ríos de nuestro país, lavando ropa y siempre buscando a su hijo el Cipitío, al cual le fue concedida la juventud eterna por el dios Tlaloc como sufrimiento.
Según lo que cuenta la leyenda, todos los trasnochadores están propensos a encontrarse con la Sihuanaba, sin embargo, persigue con más insistencia a los hombres enamorados, a los "Don Juan" que hacen alarde de sus conquistas amorosas. A éstos, la Siguanaba se les aparece en cualquier tanque de agua en altas horas de la noche. La ven bañándose con guacal de oro y peinándose con un peine del mismo metal, su bello cuerpo se trasluce a través del camisón.
Algunos mencionan que la aparecida se presenta como una joven hermosa en un principio, al cautivar a su víctima y lograr atraer su atención ésta le pedía que la llevara o la acompañara, después de un rato al tener su confianza ésta se convertía en una mujer fea y grotesca, dándoles a sus víctimas el susto de sus vidas y haciéndolos correr despavoridamente mientras ésta se quedaba riendo a grandes carcajadas y golpeando sus senos en las piedras de los ríos, todo esto en la oscuridad de la noche.
Dicen las tradiciones que el hombre que la mira se vuelve loco por ella. Entonces, la Siguanaba lo llama, conduciéndolo hasta un barranco y enseña la cara cuando ya se ha ganado la confianza de su víctima.
Para no perder su alma, el hombre que ha sido víctima de la Sihuanaba debe morder una cruz o una medallita y encomendarse a Dios. Otra forma de librarse del hechizo de la Siguanaba, consiste en hacer un esfuerzo supremo y acercarse a ella lo más posible, tirarse al suelo cara al cielo, estirar la mano hasta tocarle el pelo, y luego halárselo. Así la Siguanaba se asusta y se tira al barranco. Otras versiones dicen que debe agarrarse de una mata de escobilla, y así, cuando ella tira de uno, al agarrase la víctima de la escobilla, ella siente que le halan el pelo. Esta última práctica es más efectiva, ya que es el antídoto propio que contrarresta el poder maléfico de esta malvada mujer.

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